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Ensayo sobre los males de la ignorancia del pueblo, por John Foster
Observad, a la clase ignorada e iletrada en su niñez y juventud. Una de las circunstancias más obvias es la ausencia perfecta, en sus mentes, de la más mínima noción o cuestionamiento sobre la razón de su vida, tomada como un todo. Entre el montón de insignificantes y corrosivas que rápidamente se les imparte, nunca encontramos el pensamiento reflexivo: ¿Con qué propósito estoy vivo? ¿Qué es lo que debería ser, más allá de mi naturaleza animal? ¿Significa ese propósito lo que puedo ser? Pero, con seguridad, es un mal augurio que la criatura humana avance en la vida sin contemplar estas preguntas. En el albor desus facultades mentales, se le debería insinuar que hay algo más en nuestra existencia que lo que hoy él es y lo que mañana podría ser. Debería hacérsele presente que el derrotero de la actividad que está iniciando debería tener un principio rector, un objetivo primordial, una finalidad abarcativa e integral, un fundamento para los diverso intereses concretos que pueda acometer. No es más necesario que entienda que debe tener algún empleo para vivir, que advertirle que la vida misma, la existencia misma, carece de valor sin la mera capacidad de lograr algo en lo que puede fracasar. Debe de ser criado en el entendimiento de que hay algo esencial en él que no se actualizará por el mero paso de los días, por comer y dormir, por crecer y hacerse fuerte, por participar en lo que pueda de un deporte ruidoso, y haciendo lo que se le manda en el trabajo; y que si no se convierte en lo que no se puede convertir sin una finalidad guiadora, será inútil e infeliz.
No estamos proponiendo el capricho extravagante de que sea posible, excepto en unos pocos casos de seriedad prematura, adentrar, de manera reflexiva y habitual, el espíritu que naturalmente se proyecta al exterior en estos seres vivaces, activos, despreocupados, cuando aseveramos que es posible enseñar, a muchos de ellos en sus años mozos y con cierto grado de éxito, a capturar y admitir en parte semejante consideración. Hemos visto esto muchas veces plasmado en la realidad. Hemos encontrado a algunos de ellos aparentemente advertidos de que la vida es un todo; y que, para responder a su objetivo general, la mera sucesión de intereses y actividades, cada una por si misma, no es suficiente. Podían comprender que la multiplicidad de intereses y actividades independientes, en lugar de constituir en sí misma el propósito de la vida, debían ser considerados como subordinados y al servicio de un alcance general, y juzgados, seleccionados, y regulados en referencia y disposición a este. No entendemos la mencionada finalidad abarcativa específica y exclusivamente como la dirección de la mente hacia preocupaciones religiosas, consideradas como un asunto separado y en contraste con otros intereses; sino como un objetivo creadoo alrededor de los intereses de la persona en su conhunto, el cual debe dar una dirección general al comportamiento en el curso de la vida. Un objetivi enfocado a la realización de una esttrategia que abarca y combina, con preocupación religiosa, todo el resto de los intereses en beneficio de los cuales vale la pena ordenar las actividades de la vida en un plan de conducta, en lugar de dejarlos librados al hábito y la casualidad. La estrategia que planteamos no solo nos guiará hacia la felicidad definitiva, pero, al mismo tiempo, ocupará gran parte de nuestros pensamientos y nuestras esperanzas en relación a la vida presente.
Ahora bien, no esperamos encontrar más frecuentemente en las mentes de niños y jóvenes sin educación la idea de un objetivo gobernante de la vida, que la de una reflexión filosófica más profunda. No piensan en absoluto en su existencia y en su vida de manera moral o abstracta o generalizadora. Ignoran las ventajas de haber sido premiados con una naturaleza racional en lugar de animal, más allá de que les permite mayor diversidad de acción y les ofrece el privilegio de tiranizar a las bestias. Piensan nada en lo que serán y muy poco en lo que será de ellos. Nada les alerta de la relación entre el bien y el mal, ni de la relación entre las situaciones presentes con las futuras y las remotas. La energía completa de su naturaleza moral e intelectual se extingue en su intuición animal de los objetos presentes, y en cómo sacarles la mayor utilidad en el momento presente, dejando al azar lo que sea que pueda venir. Están completamente desprovistos, hasta de la idea de que lo que hacen es el principio de la vida como una importante aventura entre el bien y el mal; sus facultades se dedican al hacer presente, y si esto encarna algún significado para el próximo estadío de la vida, o para el último, es tan extraño a sus juicios como la idea de leer su destino en las estrellas.